La maternidad es una de las más importantes experiencias vitales más importantes para una mujer, es transformadora, es un torrente de emociones concentrada en un tiempo muy pequeño, en el que además el cansancio te deja las «defensas» bajas.
Es una oportunidad que aparece a menudo cuando ya eres adulta, cuando ya llevas un tiempo de recorrido vital y lo que has creado puede que no sea exactamente lo que deseas pero te acostumbras o peor te conformas porque la vida y las circunstancias y tu misma te han hecho creer que no puedes «aspirar» a más, que no eres merecedora, pero entonces llevada con suerte por el deseo, te quedas embarazada y te parece que va a ser sólo un tránsito, que después de unos meses con esa barriga cargada de material precioso, cuando esa barriga ya no esté y tú y tu hijo ya no estéis unidos físicamente tu vida va a volver a ser lo que era.
Puede que lo desees, que desees ardientemente volver a lo que tenías, tal vez no era tan bueno pero era terreno conocido y la costumbre nos hace mansas pensando que esa mansedumbre nos dará la paz.
Siento decepcionarte, eso no va a pasar. Después de tener un hijo tu vida, por mucho que te esfuerces no va a ser nunca igual, tu vida va a ser infinitamente más rica y tu, si te dejas, una mujer mucho más poderosa, adios a la mansedumbre, bienvenida a la leona.
Una nace y con suerte renace varias veces a lo largo de la vida, claro que para eso antes ha de morir.
Cuando eres madre una parte de ti, de la que eras se queda en el parto, la parte más superficial, la que no quiere mirar hacia adentro. Mueres un poco para renacer más poderosa, más valiente, más guerrera.
Quieres crear un mundo mejor, quieres ser mejor y la naturaleza pone sus mejores herramientas a tu alcance. Te regala oxitocina y el olor de tu hijo y la fuerza que no creías posible en ti se apodera de tu cuerpo y entonces ya todo es posible, porque TU lo crees posible y si lo crees podrás crearlo
Las madres somos, queramos reconocerlo o no una fuerza de la naturaleza. Cada vez que te niegas, que niegas ese inmenso poder mueres un poco, te aletargas, se va durmiendo y al fin mueres. Muere aquella que pudiste ser y no fue y vuelve aquella vieja amiga conocida.
No te conformes con menos de lo que puedes ser, mereces lo mejor y lo mejor es tu mejor versión, esa que da miedo por poderosa, por valiente, por andar sin lastres y con la mirada alta, esa que has escondido durante tanto tiempo, esa que apenas puedes creer que eres tu de verdad.
La maternidad te hace renacer, resurgir una y mil veces de la destrucción de ese antiguo ser, ese del que vas deshaciéndote capa a capa, cada vez que te replanteas a ti misma bajo la mirada expectante de tu hijo, alguien que no juzga y sin embargo te pone frente a frente a ti misma y sólo frente a él te permites ser tu, sin filtros, hasta que estás preparada para presentarte así al mundo.
Ser madre te trae el regalo de nuevas amistades, te desprendes de algunas de las de antaño y aparecen nuevas amistades que no imaginabas, amistades que conocen lo que estás viviendo, que han transitado antes por donde tu o que están en ellos, son manos y cuerpos cálidos y fuertes que te sostienen, cuando renacer se hace doloroso, cuando parece que ya no te quedan fuerzas allí están, con su aliento y sus voces cálidas, arropando ese nuevo nacimiento, prestas a cogerte cuando decidas lanzarte al mundo de nuevo, aterrada pero entera, sin capas, sin filtros, solo tu.
Renacer en tribu es mas dulce, déjate ayudar, déjate querer y quiere tu. Uno de los regalos de la maternidad, uno de los grandes regalos es soltar las reticencias y atreverse a pertenecer a una comunidad de mujeres en la que ninguna pierde y todas ganan porque el mundo no puede construirse en solitario, necesita una red, una inmensa red, hagámosla entre todas, hagamos un mundo mejor tribu a tribu.
Doy gracias a mi tribu, en la que a lo largo de estos años de camino hemos aprendido a conocernos y aceptarnos. Una tribu que acoge, que ayuda, que abraza, que sostiene, que debate, en la que todo el mundo aprende de todo el mundo y que se enriquece con las diferencias de cada cual.
Busca a tu tribu y déjate ser, déjate renacer sintiéndote sostenida. La vida puede ser infinitamente rica, atrévete a abrir los brazos para recibirla.
Raquel Tasa
12 de Julio 2016